Para complementar la entrada anterior, finalmente no hubo ciclón en Hong Kong. La tormenta venía de cabeza hacia esta ciudad, pero un día antes de su llegada cambió drásticamente el rumbo y no pasó por Hong Kong. Así que me quedé con las ganas! Nada que hacerle.
Anoche se casó uno de los compañeros de kung fu. Todo se llevó a cabo dentro del restorán que habían arrendado para la velada; desde firmar el contrato de matrimonio hasta la comida. Debe de haber habido unas sesenta personas, y una cantidad brutal de comida (la más notable de la cual fueron unos camarones del porte de mi mano). El evento comenzó a las seis de la tarde y terminó a las diez, una vez que se acabaron los comistrajos. Literalmente fue 'comida hecha, amistad deshecha'. Una muy bonita velada donde todos estaban contentos.
Luego del matrimonio, fuimos con cuatro compañeros a tomar una cerveza por ahí (nótese que el más joven de estos compañeros tenía 40 años), y ahí caí en cuenta: era Halloween. El centro de la isla estaba plagado (y digo, plagado) de gente disfrazada en las calles. Debo reconocer que no he pasado Halloween en muchos países, pero fue simpático ver a medio mundo vertido en la calle tomando y con algún tipo de disfraz (especialmente la abundante cantidad de chiquillas vestidas de princesas árabes, uf!). Nos tomamos unas pocas cervezas, conversamos, y luego nos batimos en retirada. Al ser las dos de la mañana, tuve que caminar un poco más para encontrar el bus nocturno (me encontraba a una hora y algo de la casa). Princesas, mimos, chaplines, freddy kruegers, elefantes, bailarinas, jedis, screams, zombies, picapiedras, dinosaurios, gángsters, odaliscas, nadadores, jóvenes manos de tijeras, gatas, monstruos, capitanes planeta, bailarines sesenteros, afros, caníbales, fantasmas, pandas, perros, travestis, adanes, santa closes, y artistas marciales fueron sólo algunos de los disfraces que me tocó ver en el camino de vuelta. Me subí al minibús (caben unas 15 personas dentro), y a mitad de camino se subió un dracula, una gata y... un minero. Con una bandera de Chile al pecho.
Casi se le cae la boca cuando le dije que yo era chileno (era norteamericano), y por poco se me lanza a abrazar. Dado que el bus en movimiento ponía en peligro su ebria integridad, se tuvo que conformar con varios 'pero qué orgullo para tu país!' y frases por el estilo. Halloween.