Éverest, allá vamos!
sábado, 31 de marzo de 2012
Hi.Ma.La.Yas.
Luego de intoxicaciones, inmolaciones, estados de sitio y una miríada de obstáculos más, vamos a los Himalayas. La idea es llegar hasta el campamento base del Éverest y luego seguir hasta Nepal. Veremos cómo sale el asunto. Este es un cambio y fuera por un mes.
domingo, 11 de marzo de 2012
La peste negra
En la última entrada, describí mi situación de salud como medidamente pobre a raíz de un resfriado. También hablé del anormalmente alto porcentaje de humedad relativa del ambiente de las últimas semanas. Bueno, resulta que este último fue el detonante de la causa de mi deterioro respiratorio, de una manera más bien sórdida que me hizo recordar el cuento El Almohadón de Plumas de Horacio Quiroga.
Me encontraba tosiendo porque el aire lentamente me estaba envenenando. Las esporas provenientes del moho negro que comenzaba a crecer en las paredes y algunos otros confines del departamento estaban atacando mis alvéolos y haciéndome caminar lentamente hacia una pulmonía en desmedro de los remedios para la tos que estaba tomando (ya no me vengo con cuentos con estas cosas después de un edema pulmonar y la cuasi neumonitis de mi hermano por su resfrío mal cuidado). Para percatarme de esto tuvo que pasar una semana y (disculpen lo gráfico) flema cada vez más verde para darme cuenta que algo no andaba bien. Para mi fortuna, el moho no estaba lo suficientemente desarrollado como para desahuciarme del depto, pero me pasé una buena tarde fregando las paredes y muebles con cloro y desinfectante respectivamente. Todavía me queda trapear el piso, pero es lo de menos. En estos momentos aún toso, pero al menos la infección está retrocediendo. Por poco y las veo negras. La humedad no está para jugar con ella.
martes, 6 de marzo de 2012
Más miserable que gato con correa...
Bueno, nunca tanto. He de confesar que esta noche se viene prometedora, con un auspicioso cambio de sábanas (ya era hora ya). Si bien las cambio con relativa frecuencia, esta vez tuve que hacerlo antes pues la humedad ya era demasiada... No tiene ni una gracia meterse a la cama y sentir como si te estuvieras metiendo al mar en un traje de neoprén, o a una obra en vivo del Mundo Submarino de Jacques Cousteau. Durante la noche no sé si ponerme a roncar o a nadar. Si llegase a tener pesadillas, nadie oiría los gritos ahogados. Si tuviera un acuario, podría sacar un par de dorados y perfectamente dormir con los pescaditos (sin un bloque de cemento en los pies). Acuamán de seguro pasa la primavera en Hong Kong. La experiencia de respirar es como si tuvieras una tetera echándote vapor a la nariz... constantemente. Y como si la ironía fuera poca, me vine a pescar un resfriado hace unos pocos días, con una tos mojada que barre el rocío condensado sobre las sábanas cada vez que expectoro en la mañana desde la comodidad de mi propio lecho marino.
Sólo espero que la vaguada costera me ignore por una noche con estas sabanitas frescas (y secas, por lo demás).
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