Bueno, la verdad de las cosas es que esta entrada es sobre sólo una de las mil caras del tofu. Frito, confitado, cocido, crudo, al vapor, a la parrilla, con verduras, fermentado, con carne, con salsas, etcétera. En este caso, se trataba de un postre: tofu frío con azúcar y jarabe de gengibre.

Primero te traían el tofu. Yo, como buen pequeño saltamontes, esperé pacientemente a ver qué hacía el resto, pues la verdad de las cosas es que comer tofu así no más es algo fome. Comer quesillo es una explosión polimultipluriorgásmica de sabores al lado de comer tofu solo. Es más probable tener un 'mouthgasm' (supongo que la traducción sería 'bocasmo', pero suena algo mejor en inglés) al beber un vaso de agua que al cucharear un tofu solo.

Y ahí lo vi (un misil en mi placard). Tomaron la cuchara y la metieron en el envase que estaba al centro de la mesa...

...y le echaron azúcar. Azúcar morena, tostada, cruda, no sabría decir cuál de todas. Para ser sincero, me sobrecoge ver tantos tipos de azúcar distintos en el supermercado. Me siento como una caricatura con los ojos grandes y llorosos cada vez que paso por esa sección.
¡En fin! Luego de ponerle el azúcar, le echabas el líquido transparente que resultó ser el jarabe de gengibre y... ¡eureka! El tofu cobró vida y bailaba en el paladar. Tofu, azúcar y gengibre son excelentes amigos. Espero compartir sobremesas con ellos más a menudo.
Tratare de hacerlo pero con sucralosa.
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