Pues sí, aquel mítico animal que sirvió de inspiración para tanta doctrina y disciplina abunda en estos recovecos del mundo. Claro que el entorno en el que se encuentran dista de lo que era hace un pocos pocos cientos de años; ahora tienen que escapar de los botes a motor, lidiar con aguas contaminadas y soportar el ruido casi incesante de la ciudad.

En el barrio donde vivo hay una suerte de canal donde abundan estos plumíferos, principalmente gracias a la ingente cantidad de peces que retozan en el agua.

El otro día vi una parada en una roca pescando tranquila. Caminé hasta la casa, tomé la cámara y volví al lugar unos veinte minutos después.

No solo todavía estaba la grulla, pero había atraído a otros dos fotógrafos.

No me sentí muy original, pero me tragué el orgullo y proseguí con el mágico proceso fotográfico. Es que realmente estaba bonito el atardecer y el modelo era un Brad Pitt aviar.

Las grullas siguen siendo dueñas de Hong Kong. Al menos de los canales, esto es.
Siempre bemvindo as lembra.
ResponderEliminarBoa viagem.
Felicidades