sábado, 27 de febrero de 2010

Sombrero dentro de un sombrero.

Íbamos dentro de un auto igualito a esa miniatura. Lo encontré notable. Me pregunto si la miniatura habrá tenido otra miniatura más pequeña del mismo auto dentro de ella.

miércoles, 24 de febrero de 2010

De crisantemos, sopas y libros

Macao, región administrativa especial de China. Ciudad llena de casinos, que fueron liberalizados en 2001, el juego aporta el 50% del PIB de esta localidad de medio millón de habitantes. El resto se basa en el mercado textil y otros rubros menores.

Gracias a la temporada baja de turistas y ofertones de agencias de viajes, fuimos por una noche y nos quedamos en el hotel Grand Lisboa, uno de los más nuevos y definitivamente uno de los más llamativos. Pleno invierno en Macao, pero aun así la humedad y veintitantos grados hacían que la ropa se te pegoteara al cuerpo.


La fachada del hotel es ridículamente fastuosa, aunque imagino que hoteles en otros lugares como Dubai, los Emiratos Árabes y La Vegas pueden serlo más aun.



La vista era bastante bonita. Aunque las ventanas estaban medias sucias y los dos días que estuvimos nos tocó nublado (ah, querido invierno).

*Foto sacada de internet*

No salimos a comer, sino que más bien ordenamos comida a la pieza. Los precios eran casi los mismos que en restoranes de la calle, afortunadamente. Un caldo tailandés, uno que otro dumpling (buñuelo) y... la sopa de camarones. Oh, Dios. ¡Qué sopa! Servida dentro de una coraza de pan, humeante desde el comienzo, estuvo cercana a sacarnos lágrimas. Angel fue la primera en probarla. Se llevó una cucharada a la boca con cara curiosa, se quedó inmóvil y cerró los ojos, presa de una ola de placer que ignoro hasta qué mágicos parajes la habrá llevado. Pero me miró muy seria segundos después, y me ordenó: "Pruébala".
Ahora bien, en mis cortos años de vida he probado varias sopas de camarón; calientes, frías, en climas húmedos y secos; con camarones, sin camarones, con mucho sabor, desabridas, con legumbres, sin legumbres, acompañado, solo. Cuando cerré la boca y el líquido comenzó su paseo rutinario por lengua y paladar, el mundo cayó en silencio. En medio de la oscuridad escuché un murmullo, cada vez más y más cerca. Un banco de millones de camarones me rodeó, me sacó de la mesa en el hotel y me hizo viajar por los siete mares; las templadas maravillas del mediterráneo, la exuberante fauna del mar rojo, las exóticas aguas de los mares africanos e índico, los espectaculares corales del golfo pérsico y las tempestuosas aguas del mar de China. Sentí a cada uno de esos millares de camarones sonreírme, cantarme y bailarme, para luego traerme de vuelta a donde estaba sentado, al lado de Angel. Una buena sopa, diría yo.

Ah, sí, ¿mencioné que el hotel era fastuoso? Tenían varias esculturas en jade, madera, cerámica y piedra, de las cuales esta fue una de las dos que me llamó la atención. No estoy seguro si era alabastro o arcilla; había un vidrio que no permitía tocarla, pero el nivel de detalle era gigante. El trozo de obra debe de haber medido unos dos metros de largo por uno y medio de alto, donde había relieves de la gran muralla junto a varios otros elementos de la cultura.

La otra obra de arte que me llamó la atención fue un tronco de un par de metros de largo, que tenía tallada -o labrada- imágenes del clásico chino "viaje al oeste".

Junto a "Los tres reinos", "Borde de Agua" y "Sueño de la sala roja", "Viaje al oeste" es uno de las cuatro famosas piezas de literatura china, tesoros literarios creados a lo largo de la historia de este país. Serían algo así como tener cuatro "Don Quijote de la Mancha", pero creados en distintos contextos y momentos históricos. Y cómo no, si esta cultura, a fin de cuentas, tiene algunos miles de años.

Aparentemente, el tronco contaba con casi todos los personajes de la historia. Según Angel, algún erudito en el tema sería capaz de nombrarlos todos, pero son tantos que incluso "Cien años de soledad" se quedaría corto.

Lo que hace el tiempo libre. No quiero imaginar la cantidad ingente de horas invertidas en hacer este trabajo.

El lobby del Gran Lisboa.

Desde el siglo XVI, Macao fue visitada por Portugueses, quienes comerciaban especias y telas para y desde Portugal. Las relaciones prosperaron con el pasar de los siglos, hasta que a principios del 18o0, durante la guerra del opio, Portugal ocupó Taipa y Coloane, las dos principales islas que conforman Macao. A finales del mismo siglo, el gobierno de la dinastía Qing y el portugués firmaron un tratado donde China cedía los derechos de soberanía y gobierno sobre las islas, siempre cuando éstas no fueran alienadas si previo aviso. Finalmente, luego de años de revoluciones y guerras, Macao fue completamente devuelta a China en el año 1999.

martes, 23 de febrero de 2010

Cheung Chau


Cheung Chau, o "Isla Larga". Una pequeña porción de tierra a cuarenta minutos en ferry de Hong Kong. Los 2,45 kilómetros cuadrados albergan a 23.000 habitantes, quienes viven del turismo y la pesca.

Antes de comenzar a caminar y recorrer, paramos un poco a jugar con al parecer un producto típico chino: pompitas de látex. Si mal no recuerdo, alguna vez tuve en mis manos uno de esos tubitos de aluminio con la tóxica sustancia cuando era un niño, pero ya van más de 15 años que no veía este producto.

No sé cuánto rato habremos estando soplando burbujas, pero acaparamos miradas de los curiosos isleños y uno que otro turista.

La gracia de estas pompas es que la 'cáscara' no se desvanece en el aire cuando se revienta; simplemente se desinfla como un globo normal. Sólo que es algo más transparente, y algo más tóxico. Fue como jugar con tolueno. Jajaja.

Me gusta creer que estas gallinas estaban en la parte de atrás de un restaurant. Sería un poco perturbador el pensar que servían de adorno para alguna casa.

¡En fin! Arrendamos un triciclo (me tocó a mí conducir) y recorrimos un poco la isla. Lo amarramos a un poste y comenzamos a caminar cerro arriba, y llegamos a un mirador. Se podía ver la isla de Hong Kong a lo lejos.

Si bien era pleno invierno, los veinticinco grados con noventa por ciento de humedad hicieron de la caminata una calurosa experiencia. No quiero ni imaginar cómo debe ser venir a ese lugar en pleno verano.

Un barco chiquitito jugando a ser pirata.

Al ser uno de los rubros de la isla la pesca, son expertos en lo que se refiere a comida del mar. Estas almejas estaban temiblemente buenas; la salsa en base a ajo y otros condimentos había penetrado hasta el último milímetro de carne de los moluscos, y casi se derretían dentro de la boca. Esta es la principal razón por la que quiero volver a ir.

Camarones mantis.

Llegamos como a eso del mediodía, y nos quedamos hasta las cinco de la tarde. Fue un paseo corto, pero bien aprovechado. Por lo que vi, en Hong Kong el puerto está lleno de barcos que van a distintas islas, así que uno de estos fines de semana me embarcaré a alguna otra localidad para seguir conociendo.


lunes, 22 de febrero de 2010

La cumbre

Victoria Peak es el punto más alto en la isla de Hong Kong. Con poco más de 300 metros, tiene una vista espectacular a toda la ciudad, tanto en la isla como en el continente. De más está decir que de noche la vista no es menos despampanante: la metrópolis cobra vida mientras se van encendiendo los focos, bombillas y neones.

Para bien o para mal, nos tocó un tanto nublado. Tanto así que apenas se veía el mirador desde la calle. Pero bueno, la temperatura estaba perfecta (unos 16 grados) y soplaba una brisa que mantenía en constante movimiento a las nubes que estaban paseando por el cerro.


Así que fuimos a por una caminata. Angel solía caminar por estos parajes hace algunos años, así que fue mi guía. Yo, como (casi) siempre, el fotógrafo y sherpa (un título un poco más dignificante que 'burro de carga').


A la cumbre se puede llegar tanto en auto como a pie; el sendero que caminamos era el que llevaba hasta el centro de la ciudad. Dado que queríamos comer en el mirador mismo (o en algún local por ahí), no pudimos alejarnos mucho. Así que nos dedicamos a sacar fotos.

La verdad de las cosas es que, luego de tomar unas pocas yo, Angel se apoderó de la cámara y no la soltó más. La noche seguía cubierta y con algo de neblina, a ratos densísima y a ratos inexistente.


Angel estaba fascinada con el juguete nuevo. Afortunadamente, luego de un rato (algo así como una hora) se cansó por el peso y recuperé mi cámara.




Una vez de vuelta en el mirador nos dirigimos al restaurant (que estaba promocionado en el panfleto de San Valentín de arriba), y la situación fue algo así:

Mesera: Buenas noches, ¿en qué les puedo servir?
Angel: Una mesa para dos, por favor.
M: Por supuesto, ¿a nombre de quién está la reserva?
A: ¿Reserva? No, no tenemos reserva.
M: Ah, lo siento mucho. No pueden entrar si no tienen reserva.
B: No se preocupe, ya lo solucionamos.
(A y B salen del restaurant. B llama desde su celular al número de teléfono y hace una reserva. Media hora más tarde a A y B les están tomando la orden.)

¡A comer! Después de unas suculentas sopas de entrada, llegaron los platos de fondo. Linguini de Langosta (era media langosta pequeña, pero aun así la presentación se llevó un 7) que estaba excelente (especialmente los fideos)...


... y un risotto de champiñones, ajo y trufas. ¡Trufas! No de las que salen en las noticias, de esas que valen miles de dólares, sino más bien de las menos refinadas pero no por ello menos sabrosas. El sabor en sí de la trufa era muy suave, como una insinuación de los chocolates con sabor a trufa, pero la consistencia firme y al mismo tiempo delicada le daba todo el funk al plato y se convertía en una obra prácticamente musical.


Sí, había velas también, pero no las comimos. (Con las porciones fue suficiente.)


Y bueno, no podía faltar el postre. Era algo así como Crêpes Suzette con salsa de naranja y licor. Usaban Bols y cognac, en un display pirotécnico que dejó un tanto hipnotizados a los comensales de la mesa de al lado. Ayuda el hecho de que estaban algo ebrios.


Una vez bien comidos, volvimos a la ciudad. A prepararnos para el viaje del día siguiente a Cheung Chau, una isla a una hora en barco desde Hong Kong. Se acababa la semana número uno.

sábado, 20 de febrero de 2010

Tu lado funky

El hervidor de agua más psicodélico del mundo. Cuando le aprietas el botón para hacer hervir el agua, la luz pasa de azul a roja.

Pecesitos constipados

Mi amiga Angel está volando a casa. Es hora de volver con el blog.
¡A la carga!

(Tu celulaar po!)

lunes, 1 de febrero de 2010

The life aquatic

Anoche llegó Angel, a quedarse tres semanas con sus abuelitos en Hong Kong. ¡Les deseo a todos un feliz año nuevo chino adelantado!