lunes, 22 de marzo de 2010

Caminando...

Caminar en Hong Kong. Difícil definir si es un martirio o un agrado. De más está decir que es una de las ciudades más pobladas del mundo y, si bien las calles no están demasiado atestadas de gente veinticuatro horas al día, a eso de las ocho de la mañana, a la hora del almuerzo y en la tarde las veredas se hacen prácticamente incaminables. O sea, se puede caminar -y de hecho se puede llegar bastante rápido adondequiera que uno desee movilizarse- pero no sin dificultad, y no sin evadir, esquivar y escurrirse entre una multitud ingente de personas. En cierto sentido -y esto se lo he comentado a más de uno- da la sensación de estar constantemente en cancha en un concierto de rock (o pop, o reggae, vale, pero a mí me gusta el rock).

Una de las cosas que amo casi hasta las lágrimas es que las multitudes acá caminan con relativa uniformidad. Me explico: prácticamente no hay bamboleos, cambios repentinos de dirección y/o velocidad, o detenciones súbitas. La gran mayoría de los hongkongueses caminan en línea recta o describiendo un recorrido que permite anticiparse y esquivarlos o seguirlos eficientemente. Claro, hay personas mayores que no caminan muy rápido, pero lo hacen en línea recta. En todos los otros lugares donde he caminado, incluyendo Japón, abundan las señoras delgadas y rollizas que tienen un caminar de pato cojo que hace virtualmente imposible adelantarlas. Si vas a pasarlas por el lado derecho, 'casualmente' van a bambolearse hacia el lado derecho; lo mismo con el izquierdo. En lo personal, recurro a varias técnicas que he ido perfeccionando con el paso de los años, tales como 'la finta', 'insistencia sutil', 'aceleración súbita' y la más agresiva pero eficaz 'avasallar sin piedad' (utilizada sólo en casos de urgencia extrema). Pero acá no he tenido que usar estos métodos poco ortodoxos, precisamente porque todo pareciera funcionar como relojito suizo.

Debo señalar que sí hay un par de cosas que hay que tener en cuenta: si a alguien le pisas literalmente los talones, la convención social permite que esto ocurra sólo una vez (y con fuerza moderada). Si lo haces una segunda hay una gran probabilidad de que te ganes una mirada hacia atrás bien disgustada, e incluso algún improperio si la víctima lo estima adecuado. También hay que estar muy atento a las otras personas: dado que todos caminan con un propósito y en su propio ritmo y línea recta, no siempre están del todo atentos a esquivar a otras personas. Por lo general no hay choques, pero a mí ya me pasó que casi noqueé a una pobre señora porque miré hacia el lado un segundo mientras iba caminando, y ella tampoco me vio. Me sentí razonablemente culpable, dado que le puse un cabezazo en plena frente, botándole los lentes y casi tirándola al suelo del impacto. Otras personas la sostuvieron, pero me quedaron mirando con cara de "maldito seas, extranjero, por cabecear a nuestras mujeres!". Afortunadamente, mis disculpas en cantonés aliviaron los ánimos y no me lincharon en pleno centro de Hong Kong. Luego de unos pocos minutos, todos emprendimos nuestros respectivos caminos con relativa paz.

2 comentarios:

  1. me imagino la dificultad que tendría una persona para adelantarte cuando estabas entretenido en tus técnicas de finteo jejejejeje

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