miércoles, 18 de enero de 2012

Barba de neón

Ahí estaba, en pleno corazón de Hong Kong, el viejito haciendo artesanías. El incesante flujo de personas pasaba a unos pocos centímetros de él, como quien se aparta levemente para sortear un obstáculo con tal de no chocar con él. Si se tratase de personas deteniéndose en medio del tumulto, el gentío no tendría piedad; serían empujadas sin cesar y arrastradas dentro de la vorágine de humanos salvajes que circula incansable por las arterias del centro hongkongués. En desmedro de esto, el viejito seguía hilvanando sus canastos de mimbre impertérrito, abstraído del rujido de pies ajenos castigando el cemento en frente suyo. En ningún momento dentro de los diez minutos que pude flotar en la muchedumbre intentando sacarle una foto alzó la vista. A su alrededor, las vendedoras promocionaban sus productos y restoranes a todo pulmón; las bocas de la turba vociferaban todo tipo de conversaciones banales y quizás no tan banales. Aun así, este aparentemente venerable anciano siguió absorto en lo que es probablemente su fuente de ingreso. Ahí se le ve todavía a la salida del metro, en el mismo lugar que todos los días, produciendo, siendo un zumbido más dentro del enjambre de producción asiático. Creo que lo que me llamó mas la atención de la escena, en todo caso, fue su barba color de neón.

1 comentario:

  1. Ajo que mi barba da pera tambien estaria dessa cor si deixase de crescer. Acredita!!!!

    Tu relato me troçe a imagen de nos con Carlos "corriendo" tras de ti, em todo lugar, nos tentando safar da muchedumbre sim fin. E sobrevivimos jajajajaja.
    Bem por nos.

    Asi e todo, nostalgia de aquela viagem
    Beijos meu querido

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