Washoku, comida tradicional japonesa. En el mundo hay comidas que se basan en la cantidad, en el sabor, en la textura o en algún aspecto relevante de lo cocinado; otras, como el washoku, se centran en la presentación, la sutileza de los sabores y en la sucesión de los platos, finamente elaborada para que la armonía se mantenga en todo momento. Algo así como la alta cocina francesa, se podría decir, sólo que en un sentido japonés.

Tuvimos la oportunidad de probar washoku dos veces. Debido a la gran cantidad de platos (a veces las cenas pueden llegar a tener diez o más platillos) no tomé fotos de absolutamente todo (comprenderán que también tenía que comer), pero estoy mostrando algunas como para hacerse una idea. Arriba, partió la comida con un appetizer de pepino de mar.

Junto con el pepino, venía una 'jalea' hecha con caldo y pedazos de piel de pez globo, con un rábano decorativo y algas.

En la otra esquina del plato, un caracolito en una cama de sal. Cabe recalcar que éstas son exquisiteces

Presentación. El equilibrio de colores también se intenta mantener para dar una impresión más armoniosa del plato.

Alfredo sufrió todas esas comidas. Por lo que tuve que sacrificarme y comerme prácticamente todo lo suyo además de lo mío. ¡Oh, no!
Appetizer de tofu y vegetalcitos...
Junto a un pequeño arreglo de masitas, porotos, sardinas (las cuales se comían enteras, con cabeza y todo) y pudín de té verde (dentro del saquito).
Todo acompañado de umeshu, licor de ciruela (terriblemente dulce y bueno).
Y hasta con el pescado se preocupan de la presentación. El espiral blanco era carne de calamar con alga. (Hasta a Alfredo le gustó.)
Un flan? Algo asi. Le dicen chawan mushi, y es una surte de flan pero salado. Los hermanos casi se me mueren cuando lo probaron, jajaja. Este venía con hongos, trocitos de tofu y otras hierbas.
Para hervir el caldo de comida todavía no cocinada, trajeron unas pequeñas cocinillas con unas pastillas de parafina. Pese a lo pequeño del fuego, la comida no tardó en cocinarse.
Más tirado para el final, los pickles. Distintas carnecitas o verdes en vinagre. El postre terminaba siendo frutillas servidas en alguna copa bonita, o helado de té verde o algo un poco más conocido bajo términos occidentales.
Washoku pareciera ser una comida algo chocante para algunos, o indescriptiblemente deliciosa para otros; a mí, en lo personal, se convirtió en un gusto adquirido en el que sigo trabajando. Este fue el primer paso del tour gastronómico sino-japonés.
Jajaja, la cara de Alfredo! La mia sería +- igual =P
ResponderEliminarBien minimalista el concepto.
Tive a oportunidade de ser introducido por ti neste "processo".
ResponderEliminarVou sempre agradecer ter participado desta experiencia. Mesmo que me resisti a tantas outras (como Alfredo lo sufrio en carne propia).
E todo isto perde todo seu significado se feito em outro lugar diferente a Japon.
Voce habriu para mim um mundo que de verdade é misterioso. Ele se movimenta com as escencias e as verdades. (nos estamos acostumados a viver pela ilução)
Beijos meu amado retoño
Que maravilla, le haré muchísimas preguntas a Alfredo. Ya llegó. Cómo nos harás llegar tantas fotos que muchos queremos ver?
ResponderEliminarQue tengas un feliz retorno a tus actividades cotidianas.
Me alegró mucho tu llamada.
Un cariñoso abrazo ahijadito.