miércoles, 8 de septiembre de 2010

Laaantau

Lo sé, es uno de los destinos turísticos por excelencia, pero no por eso iba a dejar de ir. La isla Lantau es un pedazo de tierra ubicado a pocos kilómetros de Hong Kong, y es accesible por metro y micro. Además, es ahí donde está construido el aeropuerto internacional, así que lo quieran o no es destino obligatorio para todo aquel que arribe en avión a esta metrópolis.
La villa o barrio en donde termina el metro se llama Dung Chung, y es hogar para mucha gente que busca escapar un poco de la ruidosa y estresante vida cotidiana de la ciudad. El sistema de transporte conecta los más de 35 kilómetros entre la isla y el centro de Hong Kong en poco menos de 25 minutos, lo cual convierte a este lugar en un muy atractivo sitio para vivir, especialmente si se tiene niños.
Por lo que se encuentra infraestructura llamativa y muchos edificios residenciales. Durante el día hay un buen juego de fuentes de agua en la plaza central del centro comercial que circunda a la estación terminal del metro. Es ahí donde comienza el tour de la isla Lantau, que culmina con el buda gigante de la isla, que disfruta de renombre mundial al ser uno de los más grandes budas al aire libre que se ha construido en la historia (y que sigue en 'pie').
Pero para llegar a dicho buda hay que tomar el teleférico. Personalmente, esperaba poder caminar hasta el buda famoso, pero una vez que vi el teleférico perdiéndose en el horizonte tuve que replantear mis planes.
También influyó el hecho de que era bastante tarde y probablemente ya habría anochecido una vez que hubiera llegado al buda (en la eventualidad de que hubiera llegado; no llevé mapa ni nada por el estilo).
Afortunadamente para mí, estaba todo muy bien señalizado y, francamente, la vista desde el teleférico era fantástica. Por lo que no me quejo y fue un capital bien invertido.
Como era un poco tarde para efectos de turismo, no había tanta gente. Durante las vacaciones el lugar puede tener tres o cuatro veces más turistas -principalmente de la China continental- y, como pueden imaginar, caminar o hacer cualquier cosa se torna harto más difícil y agotador. Especialmente cuando se trata de subir los nosecuántos escalones que hay que subir para llegar al budita.
Para ser sincero, no eran taaantos escalones. Creo que subí muchos más cuando estaba patiperreando por la isla de Hong Kong. Es una ciudad de escaleras, es impactante. No es de extrañarse que la gente acá tienda a ser tan esbelta. Curiosamente, a pesar de tener contextura delgada, muchos de ellos tienen afecciones al hígado por el exceso de aceite en la comida. Incluso la gente que no toma alcohol (que no es poca, considerando el elevado precio que hay que pagar por líquidos espirituosos).
El viento mecía las ramas de los pinos con el mismo tono melancólico que escucha la quebrada del ají. Es como si la brisa fuera un idioma internacional, más aun que el pajarístico.
Y, por lo mismo, los remolinos sedientos de viento entregaban sus saludos tangenciales con la misma pasión de siempre. Los lugares y la gente pueden ser distintos, pero las pequeñas lindas cosas parecieran ser las mismas adondequiera que se vaya.

1 comentario:

  1. Teremos que ir juntos a subir essas escalas infinitas.

    A foto do Raio fue mais sucedida que aquelas que intentaste a ultima vez nas estrads de São Paulo.
    Está linnnnda.
    Beijos

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